¿Le hará algo al niño? En principio, los perros miran a los bebés con curiosidad. No obstante si tu perro ha tenido claras conductas predatorias (cazar gatos, pájaros o algo que se mueva), es preferible que te lo evalúe un terapeuta. Lo importante es que no piense que es una pieza de caza, sino un cachorro humano. Los perros son condescendientes con los cachorros… porque saben que siempre hay una mamá detrás.
¿Tendrá celos? Evidentemente, la respuesta es sí, tendrá celos, en mayor o menor medida según su carácter. Pero la reacción a los celos dependerá en gran medida de cómo gestiones tú los hechos y la vida del perro. No pasa nada, los celos son una reacción normal, y como en el caso de los hermanos humanos, suelen degenerar en fuertes vínculos de afecto.
¿Puede contagiarle algo? Hombre, vamos a ver, un perro sano, limpio y con unos dueños responsables que le llevan al veterinario regularmente, no va a contagiarle nada a nadie. Nuestras madres y abuelas nos impedían tener perro por el temor al famoso quiste hidatídico; hoy se ha demostrado que los niños que se crían con animales son mucho menos propensos a desarrollar alergias, ya que su organismo aprende antes a defenderse de los alérgenos. Otra cosa sería que el niño entre en contacto con las heces del perro… pero eso no va a pasar, ¿verdad?
¿Cambiará su conducta? Pues probablemente sí. Date cuenta de que tendrás menos tiempo para él, así que se aburrirá o intentará llamar la atención. Es posible que un perro tranquilo empiece a destrozar periódicos o zapatos y cosas así. Tranquilo: pasará, y pasará antes si te percatas del problema y usas la consabida técnica de ignorarle cuando llama la atención.
¿Y durante cuánto tiempo? Normalmente, se considera que si a las tres semanas de llegado el bebé el perro lo acepta sin grandes problemas, el tema está zanjado por ambas partes y ambos, niño y can, tendrán un inseparable compañero de perrerías para toda la vida. No obstante, no los dejes nunca solos sin vigilancia, sobre todo cuando el pequeño bebe empiece a intentar arrancarle el rabo, bigotes y orejas, cosas que hace habitualmente con sus peluches.
Por lo tanto antes, durante y después de la llegada del bebé hay que seguir unas pautas, facilísimas y sensatísimas, para que nuestra familia crezca con tranquilidad y amor.
Aproximadamente un mes o dos antes, debemos ser conscientes de que la llegada del bebé va a suponer un importante trastorno de la rutina del perro. Y los perros adoran la rutina. Por lo tanto, cambiemos la rutina ANTES, para que el can no asocie el trastorno de sus hábitos con la llegada del niño:
Si es previsible que haya que cambiar la hora de paseo, cámbiala ya mismo, no esperes.
Si hay que trasladar su cama o su comedero para que no esté demasiado cerca del crío, cámbialo ya también.
Es absolutamente necesario que le enseñes desde ya a caminar por la calle despacio, sin tirones, atado corto y a tu ladito. Esto siempre es bueno, claro… pero es que dentro de nada tendrás que arrear con carrito y perro a la vez!
Conviene fijar un horario compatible con el bebé para jugar con el perro en exclusiva, darle mimos y hacerle sentir que él sigue siendo importante: sus diez minutitos de felicidad absoluta. Si estableces esta rutina antes del nacimiento y consigues mantenerla, todo será mucho más fácil.
También es bueno que vea y olfatee otros bebés humanos, para que se dé cuenta de que es un cachorrito y no comida de fiera, y siempre con tranquilidad, sin regañarle, para que no asocie a los enanos con algo que hace que le castiguen.
El error más común es mandar al perro unos días a casa de algún familiar, y que al volver se encuentre con el bebe. Su hostilidad hacia el nuevo miembro de la manada crecerá rápidamente. Lo mejor es tener organizadas las cosas de antemano y seguirlas lo mejor que se pueda:
Cuando el bebé llegue a casa por primera vez, es mejor que lo tenga en brazos otro adulto, para que el dueño del perro pueda saludarlo efusivamente y hacer las presentaciones.
Esto dejará las manos libres al dueño para controlar al perro si es preciso cuando lo olfatee… porque es imprescindible que lo olfatee y mire, al menos unos 15-30 minutos.
Si ves que tiene miedo del niño (quién no!), acarícialo, háblale y frótale: que asocie al bebé con sensaciones agradables.
No hay que zarandear al niño en el aire delante del perro, porque podría pensar que va a atacarle.
Si el perro hace ruidos amenazantes ante el niño, hay que corregirlo verbalmente, sin castigo físico.
Hecho esto, deja al bebe en la cuna y juega un rato con el perro: ¡a ti también te hace falta!
Y después…
Normalmente aceptará al niño como un miembro más de la manada, y lo protegerá endiabladamente, forjándose un lazo de unión que no estará exento de alguna ocasional reyerta por la propiedad de un juguete o un trozo de pan. En estos casos, se impone la fuerza del sentido común: regáñalos a ambos… ¡porque seguramente la culpa es de los dos!